El cuerpo. Primera sección de los elementos de filosofía.

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Quien haya ido más allá de los textos políticos de Thomas Hobbes, quien haya leído con detenimiento los trece primeros capítulos de los Elements of Law, las Terceras objeciones a las Meditaciones de Descartes, el Anti-White, los nueve primeros capítulos del Leviatán, o el capítulo décimo del De Homine, por no mencionar el De Corpore, se habrá sentido sin duda zarandeado intelectualmente y habrá pensado que este hombre o bien desatina o bien escribe desde unos presupuestos nuevos y renovadores dentro de la tradición filosófica. Se supone que los comentaristas de Hobbes sí han leído todos sus textos; pero muchos de quienes lo hicieron en los siglos XVII y XVIII parecían dispuestos a destrozar al “monstruo” que defendía posiciones materialistas y ateas; y desde hace un siglo, mientras se le trata en general con el respeto y la admiración que merece, muchos estudiosos caen en el desconcierto y llevan su análisis al descubrimiento de las incoherencias, contradicciones y errores que llenarían esos escritos. Ya sea desde un demoledor análisis filosófico del lenguaje, ya desde la ineludible necesidad de adscribirlo a las corrientes aristotélica, cartesiana o empirista, el discurso hobbesiano parece condenado a una lectura deformada. Hay, por cierto, magníficas excepciones, y ellas nos han servido de guía para pergeñar esta Introducción, que quisiera contribuir a una mejor comprensión del sistema global de Hobbes.

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Descripción

El cuerpo : primera sección de los elementos de filosofía.

«Quien haya ido más allá de los textos políticos de Thomas Hobbes, quien haya leído con detenimiento los trece primeros capítulos de los Elements of Law, las Terceras objeciones a las Meditaciones de Descartes, el Anti-White, los nueve primeros capítulos del Leviatán, o el capítulo décimo del De Homine, por no mencionar el De Corpore, se habrá sentido sin duda zarandeado intelectualmente y habrá pensado que este hombre o bien desatina o bien escribe desde unos presupuestos nuevos y renovadores dentro de la tradición filosófica. Se supone que los comentaristas de Hobbes sí han leído todos sus textos; pero muchos de quienes lo hicieron en los siglos XVII y XVIII parecían dispuestos a destrozar al “monstruo” que defendía posiciones materialistas y ateas; y desde hace un siglo, mientras se le trata en general con el respeto y la admiración que merece, muchos estudiosos caen en el desconcierto y llevan su análisis al descubrimiento de las incoherencias, contradicciones y errores que llenarían esos escritos. Ya sea desde un demoledor análisis filosófico del lenguaje, ya desde la ineludible necesidad de adscribirlo a las corrientes aristotélica, cartesiana o empirista, el discurso hobbesiano parece condenado a una lectura deformada. Hay, por cierto, magníficas excepciones, y ellas nos han servido de guía para pergeñar esta Introducción, que quisiera contribuir a una mejor comprensión del sistema global de Hobbes.»

Información adicional

ISBN

9788492913404

Nº Páginas

770

Encuadernación

Rústica.

Editorial

Pre-Textos.

Autor

Thomas Hobbes (1588-1679)
Se ha dicho que Thomas Hobbes es el más grande filósofo político de la época moderna antes que Hegel. En su obra más famosa, Leviatán, Hobbes señaló el paso de la doctrina del derecho natural a la teoría del derecho como contrato social. Entre sus aportes más importantes se encuentran los que hablaban de las formas de gobierno en la historia, desde los antiguos hasta sus días del siglo XVII. Con sus formulaciones, quedaban atrás Platón, Aristóteles, Polibio, Maquiavelo y Bodino, entre otros.
A diferencia de sus predecesores, Hobbes no creyó que las formas de gobierno podían dividirse entre buenas y malas y tampoco que pudiera existir un gobierno mixto, es decir, un gobierno donde la soberanía se repartiera entre diferentes sectores sociales. Hobbes creía que el poder era absoluto e indivisible, y por ello mismo ha sido considerado el gran teórico de las monarquías europeas de aquellos siglos.
Hablar del Estado como forma de organizar a una nación no era muy común por entonces. Maquiavelo había inaugurado, en cierta forma, esta tradición tan sólo unas décadas antes que Hobbes. Pero el filósofo inglés venía ahora no sólo a continuar este pensamiento moderno, sino a confirmar que el poder debía ser delegado en el Estado. Esto se llevaría adelante a través de un pacto social. Suponía esta idea que, al ser “el hombre lobo del hombre”, para evitar desgarramientos sociales, debía concertar un pacto donde cada uno entregara su cuota de soberanía a un soberano y éste, con los derechos cedidos de forma irrenunciable, tendría la capacidad de poner orden y seguridad. De esta forma, Hobbes, nacido en Inglaterra el 5 de abril de 1588, construía la más encendida justificación del absolutismo creada hasta entonces. Fallecería el 4 de diciembre de 1679.