Descripción
«En el siglo del artificio sentimos pasión por esta naturaleza que destruimos. Es la civilización del coche y del avión la que sube a pie a la montaña, son los individuos más civilizados de los pueblos más civilizados los que se ponen a estudiar la vida de los “primitivos”, los que describen y ensalzan sus costumbres. Cuanto más nos distinguimos de ella, cuanto mejor la conocemos, más experimentamos el sentimiento de la naturaleza pero, al mismo tiempo, más nos alejamos de ella. La hemos inventado al destruirla y esta invención contribuye a su destrucción. Al final de este proceso se esboza un mundo en el que, destruida la naturaleza, el amor por ella sería más fuerte que nunca; y en el que el Edén original, alterado desde la primera intervención humana, se realizaría al fin en estado puro en un puñado de regiones de la tierra (o de nuestra vida) cuidadosamente organizadas. La experiencia de la naturaleza es hoy en día inseparable de la de su destrucción. Si queremos recuperar la naturaleza, primero tenemos que hacernos cargo de que la hemos perdido».
Charbonneau me enseñó a pensar y a ser un hombre libre […] Ejerció sobre mí una influencia decisiva a la hora de orientar mis reflexiones e investigaciones, y de alguna forma fue el detonante de toda mi evolución. Sin él, creo que no habría hecho gran cosa. Jacques Ellul
Charbonneau nos advirtió que el totalitarismo, el desarrollo tecnológico y la crisis ecológica estaban relacionados. Daniel Cérézuelle, sociólogo (IDDRI)
Para Charbonneau, la naturaleza no es un mero recurso, ni un decorado pintoresco, sino un espacio crucial en el que el ser humano ejerce la libertad y la alteridad. Quentin Hardy (Universidad de París I)
La obra de Bernard Charbonneau es un llamamiento para salvar la naturaleza… y la libertad. Sébastien Morillon, historiador (CRHIA)
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