Descripción
El texto de Marx que aquí presentamos, la Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, atesora, en sus breves páginas, los suficientes méritos para ser considerado una de las obras más interesantes de su autor. Hasta donde se nos alcanza, este texto no había sido publicado nunca de forma exenta en castellano.
Es sorprendente que esta obra resultara hasta la fecha de tan difícil alcance, por cuanto quizá sea ésta de la que más frases se citan. Ése es, precisamente, uno de sus méritos, lo reconocibles que son para el lector en general, no para el especialista, algunas de sus frases; desde su famosísima definición de la religión como “opio del pueblo”, hasta su referencia a la praxis a través de ese conocido quiasmo que vincula el arma de la crítica y la crítica de las armas, pasando por su comprensión del radicalismo como aquello que acude a la raíz de los problemas, o la imagen que hace de la filosofía la cabeza de la revolución y del proletariado su corazón. Otro mérito que puede atribuírsele es la magistral condensación que realiza Marx de algunos de los temas y problemas de más actualidad a finales de la década de los treinta y principios de los cuarenta del siglo XIX en el pensamiento alemán: la crítica de la religión o la aparición del proletariado como figura política, entre otros.
Autor
Karl Marx
(Tréveris, Prusia occidental, 1818 – Londres, 1883) Pensador socialista y activista revolucionario de origen alemán. Raramente la obra de un filósofo ha tenido tan vastas y tangibles consecuencias históricas como la de Karl Marx: desde la Revolución rusa de 1917, y hasta la caída del muro de Berlín en 1989, la mitad de la humanidad vivió bajo regímenes políticos que se declararon herederos de su pensamiento.
Contra lo que pudiera parecer, el fracaso y derrumbamiento del bloque comunista no habla en contra de Marx, sino contra ciertas interpretaciones de su obra y contra la praxis revolucionaria de líderes que el filósofo no llegó a conocer, y de los que en cierto modo se desligó proféticamente al afirmar que él no era marxista. Ciertamente fallaron sus predicciones acerca del inevitable colapso del sistema capitalista, pero, frente a los socialistas utópicos, apenas se interesó en cómo había de organizarse la sociedad. En lugar de ello, Marx se propuso desarrollar un socialismo científico que partía de un detallado estudio del capitalismo desde una perspectiva económica y revelaba las perversiones e injusticias intrínsecas del sistema capitalista.
En tal análisis, fecundo por los desarrollos posteriores y vigente en muchos aspectos, reside el verdadero valor de su legado. En cualquier caso, es innegable la altura de sus ideales; nunca ambicionó nada excepto «trabajar para la humanidad», según sus propias palabras. Y, refiriéndose a su libro El capital, dijo: «Dudo que nadie haya escrito tanto sobre el dinero teniendo tan poco».