Descripción
«Jamás un libro había sido, hasta este punto, el espacio mismo de su propia Ley.
!Soberana gravedad de LA SENTENCIA DE MUERTE!
La implacable sentencia, el infalible decreto se abate, como una cuchilla, sobre cada una de sus páginas y, una vez al menos, de la manera más evidente, no para separar en dos partes casi iguales el relato, sino, por el contrario, para marcar con el corte el tránsito de una a otra, de la vida a la muerte, a fin de confundirlas a continuación. En adelante, habrá que considerar aquello que se ha escrito antes de la sentencia, temiéndola y, sin embargo, girando arrebatadamente en torno a ella, y aquello que se ha escrito después -¿o tal vez al mismo tiempo?- aceptándola, sufriéndola o, mejor aún, aplicándola. A imagen y semejanza quizás de «esa profunda cuchillada», abierta en la palma de J. «… y si esta línea se llama realmente línea de la felicidad, debo decir que su aspecto volvía trágica esta felicidad». La ley es la mirada de la muerte.