La soledad sonora.

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La grandeza de Dickinson está en haberle sabido dar un rostro al misterio que ella veía en la naturaleza y en su propia alma, en haber practicado un poesía metafísica que no se pierde en abstrusas entelequias, sino que resulta cercana, sensorial, llena de fulgurantes intuiciones. Quizás por eso, de la lectura de sus poemas se sale como de una ardiente bruma, de una inquietante niebla que, a un mismo tiempo, oculta y revela lo que envuelve.

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Descripción

Nada menos que 1775. Ése es el número de poemas que nos dejó Emily Dickinson (1830-1886), de los que sólo vio publicados ocho. Pasó toda su vida en Amherst, Nueva Inglaterra, en el hogar de sus padres, apenas hizo cuatro o cinco viajes fugaces a ciudades cercanas como Washington, Boston o Filadelfia, y sus amores casi cuesta llamarlos así. En un hermoso pasaje justificaba su existencia en soledad: “Un alma con un Húesped / raro es que marche fuera, / pues la divinia multitud en casa / anula tal deseo”. Así que sin necesidad de traspasar siquiera el umbral de su mente, recorrió las más extrañas latitudes, dialogó con seres de sombra y luz, y volvió ilimitado lo real al convertir las cosas más sencillas y cotidianas en símbolos inagotables.

Su grandeza está en haberle sabido dar un rostro al misterio que ella veía en la naturaleza y en su propia alma, en haber practicado un poesía metafísica que no se pierde en abstrusas entelequias, sino que resulta cercana, sensorial, llena de fulgurantes intuiciones. Quizás por eso, de la lectura de sus poemas se sale como de una ardiente bruma, de una inquietante niebla que, a un mismo tiempo, oculta y revela lo que envuelve.

Información adicional

ISBN

9788492913190

Páginas

464

Editorial

Pre-textos

Encuadernación

Rústica.

Autora

Emily Elizabeth Dickinson (Massachusetts,1830-ibídem, 1886) .
Fue una poetisa estadounidense, cuya poesía apasionada ha colocado a su autora en el reducido panteón de poetas fundamentales estadounidenses que hoy comparte con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman.

Dickinson procedía de una familia de prestigio y con fuertes lazos con su comunidad, aunque vivió gran parte de su vida recluida en su casa. Tras estudiar durante siete años en la Amherst Academy, asistió brevemente al seminario femenino Mount Holyoke antes de regresar a la casa familiar en Amherst. Considerada una excéntrica por sus vecinos, tenía predilección por vestir siempre ropa blanca, era conocida por negarse a saludar a los invitados y, en los últimos años de su vida, por ni siquiera querer salir de su habitación. Dickinson nunca se casó y la mayoría de amistades que tenía dependían completamente de la correspondencia.

Aunque Dickinson era en la intimidad de su hogar una prolífica poeta, durante su vida no se llegó a publicar ni una docena de sus casi 1800 poemas. a El trabajo publicado durante su vida fue alterado significativamente por los editores para adaptarlo a las reglas y convenciones poéticas de la época. Sin embargo, los poemas de Dickinson son únicos en comparación con los de sus contemporáneos: contienen líneas cortas, por lo general carecen de título, contienen rimas consonantes imperfectas (half rhyme) y una puntuación poco convencional. Muchos de sus poemas se centran en temas relacionados con la muerte y la inmortalidad, dos temas también recurrentes en las cartas que enviaba a sus amigos.