Sobre la estupidez

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Descripción

Una de las razones, tal como el propio Erdmann reconoce, podría ser que el tema de la estupidez nos recuerda nuestros propios defectos. Volvernos «sensatos» es un largo proceso: en la estupidez percibimos un poco «los sonidos de la antigua patria, que nos agradan como el dialecto patrio largamente no escuchado». De esta manera, nos reímos con cierta melancolía: así hemos sido también nosotros mismos, o «esto pudo habernos pasado de niños». Y al mismo tiempo encontramos placer en las estupideces, porque ellas son la prueba directa de que hemos abandonado ese estadio. Pero la estupidez también puede enfadarnos. Al ser precisamente la expresión de la ignorancia y la inmadurez, despierta impaciencia en aquellos que tienen una completa y libre disposición sobre su capacidad de juicio. De hecho, determinadas formas de estupidez, en tanto que no están al servicio de la superioridad y del juicio de los «poderosos» (Musil), ya no se experimentan como divertidas, sino como expresión de insolencia, impertinencia, grosería, etc. Los propios estúpidos se encuentran indefensos, y a menudo son objeto de todo tipo de groserías.

Información adicional

Encuadernación

Rústica

ISBN

9788496258990

Editorial

Abada

Páginas

112

Autor

A los diez años, y siguiendo la costumbre de la burguesía aristocratizante austríaca, entró en una escuela de cadetes y posteriormente en la academia militar; no llegó, sin embargo, a terminar sus estudios, pues un repentino interés por la matemática le llevó al Politécnico, donde se licenció en ingeniería. Amplió luego sus estudios en Berlín, donde en 1908 se doctoró en psicología experimental. De esta primera época surgió su libro Die Verwirrungen des Zöglings Törless, 1906 (Las tribulaciones del estudiante Törless, 1970). La psicología de la mujer le interesa cada día más y publica Uniones, libro con el que empieza a tropezar con un público indiferente e incluso hostil. En la misma línea de análisis e introspección del carácter femenino publicó Drei Frauen, 1924 (Tres mujeres, 1968). Sin embargo desde 1920 ya estaba trabajando en su obra cumbre, a la que dedicaría toda la vida, Der Mann ohne Eigenschaften (El hombre sin atributos, 1968-1982). Cuando en 1938 Hitler anexiona Austria al III Reich, Musil se exilia a Ginebra, donde muere súbitamente en 1942.